Partagas Serie D Nº4

 

Un poco como seguimiento y otro como complemento a las entradas “Fumas puros Habanos o puros engaños”, “El tercer perro” o “El Cohiba cohíbe”, escribo ésta del día de hoy como un completo homenaje al que yo considero el rey del puro: el Habano.

Tratando de ser lo más democrático posible, en letras futuras haré una dedicatoria a los grandes no Habanos para que al final quede como si se tratara de un debate de quién gusta más: Beatles o Rolling Stones. 

 

Pero vamos por partes, no recuerdo si lo expliqué en otras entradas o no, pero tengo que especificar que al que conocemos como Habano es única y exclusivamente aquel puro hecho en Cuba, con el resto de los países usamos la palabra puro acompañada del país de origen, por ejemplo: Puro Dominicano. Habiendo aclarado esto establezco que en esta ocasión no me voy a quejar ni de las falsificaciones ni de los impuestos que encarecen el producto ni de nada más, hoy no habrá quejas, solo alabanzas y piropos.

 

El nombre del blog de hoy proviene de una de mis marcas favoritas y precisamente de eso se va a tratar, de compartirles momentos y experiencias al lado de distintas referencias dentro del vitolario de los Habanos lo que hará que sea una de las entradas más personales hasta ahora. Fue precisamente un Partagas Serie D No. 4 el que seleccioné en aquel distante 1997 en el Relicario, que es (o era) el bar de fumadores en el hotel Meliá Cohiba en La Habana y que yo tengo identificado como uno de los momentos y cigarros que más han contribuido a este enamoramiento. Siguiendo con los recuerdos de La Habana hay que mencionar esa vez en la fábrica de Romeo y Julieta en que nos llenaron las manos de formatos Corona Gorda como obsequio por ir de parte de la consejería de Bancomext; aquel San Cristóbal de La Habana del Floridita o unos Churchill comprados en La Casa del Habano de la Marina Hemingway, y que fueron ampliamente disfrutados en Playas del Este.

 

 

Inolvidable también la caja de El Rey del Mundo Choix Supreme, que es la forma que al igual que el Partagas en cuestión le llama a su formato robusto, que tenía un colega en el departamento de estudiantes que compartíamos en Santiago y que fueron acompañantes de tan buenos momentos. Y qué decir de los Montecristo de formato pequeño en el casino de La Toja. Otros, de los que no recuerdo exactamente la marca, alguno pudo haber sido Troya en Las Docas en Lisboa o en Foquets de Paris en épocas que  requerían mucho valor. Mención especial merecen diferentes momentos rodeados de distintos amigos y marcas en el salón fumador de la que era La Casa del Habano en Guadalajara, con particular recuerdo del evento de presentación  y cata-degustación  de nuestra cerveza Perro Negro con un Habano.

 

Para cerrar la entrada del día de hoy y aunque ya lo había hecho, tengo que dar crédito y suficiente espacio a Alejandro Colunga de quien fui dealer particular de puros y Habanos por muchos años y gracias a quien pude probar algunas de las principales referencias que tengo hasta el día de hoy. Su taller fue ese gran recinto en donde conocí la marca Ramon Allones, en sus formatos tanto Specially Sellected (Robusto) como Gigantes, tuve las pruebas reales de la mítica Cohiba, otras como Cuaba o Montecristo, que aparecieron como ediciones especiales dentro de las llamadas jarras del milenio, entre muchas otras, por lo que mi agradecimiento por esa generosidad siempre estará antes que cualquier otra cosa.

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