Italia vs Sudáfrica

Aunque el nombre del escrito del día de hoy parece más partido de primera ronda de un mundial que de blog de vino, ahora que lo lean van a ver cómo no. Es uno de los constantes seguimientos a aquel inicial de “Las doce selecciones”, sólo que en esta ocasión lo voy a dedicar a dos en vez de a una. Fueron un par de selecciones en el periodo 09/10 que en su momento fueron de lo que yo considero más interesante y representativo ya que ambos productos eran de línea y, en sus respectivos casos,  de bodegas por demás apasionantes.

 

Pero como casi siempre me pasa, ya me estoy atropellando yo mismo con las ideas, así que nuevamente, vamos por partes. Quiero dedicar la primera parte de estas líneas a aquel Rosso di Montalcino, ese pequeño gran vino, hermano menor del Brunello di Montalcino de la casa Brunelli, de la que fuimos importadores por algunos años y que definitivamente ha sido una de las joyas de la corona históricas dentro de nuestro catálogo de importaciones, que ha resultado como un auténtico romance de verano. Cada vez que cualquiera de los dos nos acordamos el uno del otro, nos escribimos para ver si retomamos la relación comercial… hasta que se nos vuelve a olvidar.

 

Aquí quiero abrir un paréntesis porque tal vez alguien habrá notado que no es la primera vez que menciono alguna gran bodega o proyecto que formaron parte de SVW y que ya no lo son y esa persona que lo ha notado, tal vez  se preguntará: “¿por qué si era tan buena bodega o proyecto, ya no está”? En verdad, no es excusa porque yo soy el primer convencido de la frase “el que no da resultados, da excusas”, pero hasta antes del 2013 la toma de las decisiones no recaía sobre mí y me tocó ver una serie de decisiones con las que no estuve de acuerdo y que no tuve otra que acepar. Por lo que ahí está mi explicación más que excusa.

Pero volviendo a lo nuestro, y esperando que el regreso de Brunelli a la lista de SVW sea más temprano que tarde, les cuento que gracias a factores como otro tipo de cambio en el euro, pudimos ajustar ese vino al rango de precios de la horquilla para el club y les pudimos hacer a nuestros socios el guiño de ofrecerles aquel gran Toscano como selección.

 

Un ejemplar de Viktoria, 2005. TMV. South Africa.

 

Dando un giro enológico de 180 grados nos embarcamos hacia la zona vinícola de Tulbagh en Sudáfrica. Desgraciadamente, uno de los muy grandes desconocidos en el concierto de las propuestas enológicas en nuestro país ya que, aunque efectivamente podemos o podíamos encontrar algunos de sus vinos por acá, van mucho más allá de la simpática jirafa que tan bonito ha decorado los anaqueles de tiendas y supermercados. Se trata de un gran y serio país productor que hace llegar sus productos de una forma muy exitosa a algunos de los más grandes mercados como Estados Unidos, Irlanda, Alemania o Inglaterra. Viticultura que desde un principio volteó a ver al Ródano y adoptó como hijos propios a algunos de sus varietales como Syrah, Cinsault y Mourvedre. Eso sin mencionar a su bandera insignia: la Pinotage, clon hibrido de Pinot Noir y Hermitage (otro nombre para la mencionada Cinsault).

 

Tulbagh Mountain Vineyards fue nuestro socio comercial por algún tiempo, bodega productora de vinos espectaculares para mercados muy específicos como Inglaterra o Singapur, países de donde provienen parte de sus accionistas. Viktoria fue la etiqueta que seleccionamos para los socios, una mezcla de los ya mencionados varietales del Ródano con Cabernet Sauvignon. Las características de alta explosividad en las especias y los trescientos y tantos que costaba, lo convertían en una grandiosa relación precio-calidad.

Por si a alguien le había pasado por la mente la misma pregunta de la que ya hablábamos, aquí no voy a echar culpas ajenas. Yo estuve completamente de acuerdo en soltar esa importación debido a que los fletes de los consolidados desde Sudáfrica hacían toda la operación inviable.

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