Parece que los títulos de lo que escribo son más que nada una colección de frases ocurrentes que he ido escuchando y recopilando en todos estos años, iba a decir que de ventas, pero no, son en general. Lo que es cierto es que creo que me han ayudado bastante a ilustrar lo que quiero decir en estas líneas. Este se lo escuché a un cliente de puros de Puerto Vallarta hace cerca de veinte años refiriéndose a la mítica marca de Habanos y me llamó la atención cómo de una frase que pudiera parecer tan sencilla y hasta medio tonta se pudiera llegar a sacar un discurso.
Pero es que es verdad. Tal y como lo decía en el blog “¿Fumas puros habanos o puros engaños?” del que pienso sacar mucha tela de donde cortar para palabras futuras, enfrentarse a un puro de Cuba original, obviamente para los que gustamos del humo, es una de las experiencias sensoriales más enriquecedoras e importantes que puede haber. Podrán encontrar más detalles en aquel mencionado escrito, pero a lo que quiero llegar es que un acto al que le hago tanta tanta reverencia no puede ser algo económico, barato, razonable, ni nada por el estilo y mucho menos cuando estamos hablando de la marca en cuestión.
Cohiba es una de las marcas postrevolucionarias. Hace unos pocos años era muy pocas, se podían contar con los dedos de la mano, junto con el Cuaba, Trinidad, Vegas Robaina o San Cristóbal de La Habana, no recuerdo si dejé alguna fuera o si hoy por hoy debería decir entre otras. De lo que no queda duda es que para muchos de nosotros es la gran reina. Nació a finales de los sesenta con su formato Lanceros y que no fue hasta los ochenta que salió al mercado y que mientras tanto se mantuvo siendo el objeto del deseo y en exclusiva para el comandante Fidel, sus cuates, regalos diplomáticos, etc. De hecho fue el gran sustituto cuando Zino Davidoff decidió sacar su producción de la isla y llevársela a Dominicana y para nadie es un secreto que el Cohiba Espléndidos es el gran sucesor que llegó a llenar el hueco que dejó el Grand Cru de la hoy marca dominicana.
Con toda la explicación del párrafo anterior a lo que quiero llegar es que, efectivamente, el precio de un Cohiba original, Siglo VI para poner en ejemplo exacto tiene un costo promedio por pieza de $ 960.00 en un comercio formal establecido, por lo que como entenderán, realmente nos cohíbe a muchos de nosotros.
Pero eso es así con cualquier producto o marca de lujo en el mundo de la alimentación, las bebidas o de lo que sea. Hay cosechas que no se pueden adelantar, fermentaciones y/o tiempos de secado que no se pueden reducir, materiales que no se pueden cambiar, tiempos en barrica o botella que no se pueden acelerar, la sabiduría de personas que no se puede reemplazar y no hay maquinarias que sustituyan a las manos para muchos procesos, por lo que, por favor, entandamos que es así: que hay cosas que tienen un valor determinado que puede ser considerado alto porque no puede ser de otra forma.
Así que no intentemos engañar a nadie y mucho menos a nosotros mismos fingiendo que estamos consumiendo la gran marca y que nosotros somos los únicos tocados por dios que la conseguimos sospechosamente mucho más barata. Créanmelo, en verdad, hay grandes opciones de marcas en los diferentes mercados o productos que se pueden adaptar a todos los presupuestos. Releyendo este y algún otro blog, me doy cuenta de que parecería que mi batalla por conseguir el entendimiento y más que nada el respeto por algunas de las grandes cosas de la vida material es para mí algo personal, pues se lo confirmo, no solo lo parece, es algo personal.