Lo que es, es

 

Otro de los temas que estaban en el tintero y que había estado postergando por varios motivos es el chileno. Entre que en estos momentos los vinos de ese país están considerados pasados de moda en el sector al cual nos dirigimos como principal mercado meta en el que sus ventas van en picada, entre que llegamos a tener muchos problemas para cobrar facturas grandes de vinos de allá, junto con roces, molestias y decepciones con personas y bodegas del mismo país, eso sin mencionar el 0-7, hacían que realmente el alma por el momento no pidiera una entrada relacionada con ese tema. Incluso, la primera vez que se me solicitó dar la materia de sus vinos la decliné por lo mismo.

 

Entonces, ¿qué es lo que hace que esté escribiendo la entrada del día de hoy? Pues que al final y por cuestiones de una emergencia acepté dar esa materia el próximo lunes y al prepararla he estado pensando en que no puedo ser tan limitado al pensar en qué son para nosotros los vinos Chilenos actualmente, también hay que reflexionar en qué han sido y tarde o temprano volverán a ser.

 

Hablando en forma general, todos los consumidores de vino en México que tenemos cierta edad, y también los que no, traemos encima de nosotros demasiados litros de vino Chileno, queriendo decir que al igual que ciertas marcas de vino español -como lo mencionaba en la entrada de A la Prima…-, fueron parte integral del aprendizaje y del desarrollo del nulo, poco, medio o mucho criterio que pudiéramos llegar a tener actualmente. Eso de una forma general, pero hablando más específicamente, las ventas de los caldos de aquel país fueron fundamentales para nosotros en los primeros años de SVW y si tengo que ser todavía más detallado, tengo que declarar aquellas copas de Cabernet Sauvignon en las épocas universitarias en el Italiano de la galería del calzado o todas aquellas botellas de Gato Negro tomadas que por no hacer bien los números en forma de copeo en los primeros años de La Ilatina, uno de los grandes impulsores de la cultura vinícola en nuestra ciudad.

 

 

Eso por el lado de Guadalajara, pero también hay que tener presente que no nos podemos quejar para nada de la parte Chilena, acompañar chorillanas con vino en los míticos bares del puerto de Valparaíso mientras se buscaba la casa de Neruda, las comidas señoriales de domingo en los restaurantes más tradicionales y conservadores de Viña del Mar o para que no falte anécdota eno-futbolera aquella interesante cena en Fimaule en donde uno de los accionistas del Rangers de Talca nos contaba la historia de cómo la vez que jugaron la Libertadores casi les cuesta el descenso en la liga local.

 

Bueno, pues como conclusión de esta entrada quiero decir que me sirvió bastante para calentar motores para la materia a impartir, que la verdad es que aunque yo creo que sí, no tengo idea hasta qué punto los vinos chilenos nos re enamoraran tanto a nuestros clientes como a nosotros, y después de lo antes expuesto, no me queda otra cosa respecto a Chile, su vinos y su importancia histórica en el desarrollo en consumo vinícola en México que decir, que a pesar de todo, lo que es, es.

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