Los que somos fanáticos del fut, que lo hemos jugado y lo amamos casi con la misma intensidad que al mundo del vino, reconocemos la importancia de comenzar una serie de penales con un cobrador certero, ese que asegure el primer gol y al mismo tiempo dé confianza a los jugadores posteriores para salir con el triunfo al final de los dramáticos tiros.

¿Por qué empiezo este blog con esta comparación futbolera que pareciera que nada tiene que ver con el tema principal? Pues porque de una forma u otra me recuerda mucho a la primera selección mensual que hubo para nuestros socios del club de vino, aquella de mayo de 2007 -hace un poco más de diez años-, esa que nos dio la confianza en seguir buscando y arriesgando mes con mes vinos considerados adecuados e interesantes para nuestros socios.

 

Prima. Toro, D.O. 2013.

 

Esa mencionada selección es Prima, de la bodega Maurodos que pertenece al grupo San Román, que se encuentra en la denominación de origen Toro dividida entre las provincias de Zamora y Valladolid, en la comunidad autónoma de Castilla y Leon. A pesar de ser una D.O. joven, fundada hace apenas treinta años, en 1987, muy pronto se ha convertido en un referente imprescindible en la viticultura española y que tiene como actor principal a la uva tinta de Toro, otro nombre para la famosa Tempranillo. Es un vino por demás correcto, interesante y bien presentado y que tal como lo mencioné en el blog de Las doce selecciones de hace unas semanas, del que este es una continuación, lo único que no me gusta es que no sea importación nuestra ya que considero que aporta demasiado al mercado del vino en México.

 

El hacer el blog de ésta etiqueta de vino me lleva a una reflexión muy  personal respecto a la relación vinícola entre México y España, una de las muchas  que hay, la de ese amor y admiración que tenemos la gran mayoría  de consumidores por los caldos de aquel país y el cómo han jugado un papel protagónico en la historia del consumo en México. Desde tiempos que sólo aparecen en los libros en que se trajeron de aquel país las primeras vides hasta algunos no tan remotos como cuando los abuelos de algunos de nosotros recibían el vino ya sea en botellas o aun en barricas y qué decir, ya hablando de nuestra generación que a finales de los ochenta y a principios de los noventa encontramos algunas opciones que, aunque al día de hoy sean consideradas anticuadas o “muy vistas”, nos  hacían reflexionar, despertaban interés y los más importante, dejaron sembrada una inquietud. Quién no se acuerda del Sangre de Toro, Marques de Cáceres, Marqués de Riscal, Paternina y un poquito después Pata Negra, Señorío de los Llanos o Castillo de Gredos que aunque a las nuevas generaciones que lean esto les parezca difícil de creer, eran las grandes alternativas que teníamos a la mano contra el resto de etiquetas como Padre Kino, Liebefraumilch, a las monjitas del Cruz Azul (Blue Nun), Lancers, etc. Después de las líneas anteriores,  considero que en este momento es adecuado abrir un paréntesis para mencionar y darle todo el crédito a Don Nacho Bustamante, en su momento dueño de la Abarrotera Vallarta y que fue un pilar muy fuerte  en el tema de la cultura del vino español en nuestro país.

 

Racimo de tinta de Toro.

 

Cierro este blog  esperando que sigan todo tipo de relaciones entre México y España y así como lo empecé hablando de futbol lo voy a cerrar deseándoles muchos triunfos a los equipos y aficionados rojiblancos  en ambos lados, ustedes saben exactamente cuáles.

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