Ahora que…

 

Además de ser el título de alguna letra que nos acompañan en más de alguna ocasión de viernes, ésa cuando nos enfrentamos a la cata privada en donde conocemos vinos nuevos, volvemos a revisar los conocidos o un poco de los dos, me hace pensar en que ahora que parece que los esfuerzos de cuatro años de importar vino de Portugal empiezan a dar frutos, ahora que los nuevos experimentos con albariño, vermouth y madeira empiezan a ver sus primeros brotes, ahora que en menos de cuatro meses tendremos cuatro bodegas nuevas de importación a su disposición, ahora que arrancamos y luchamos por nuestro nuevo espacio de cata; exactamente cuando parecía que no habría lugar para un sólo proyecto más, es justo ahora que volteamos a ver a donde pensábamos que no lo haríamos, al menos en muchos años.

 

Javier Orozco revisa asuntos en torno al vermut de De Muller.

 

Ahora que debido a una propuesta que parece que como los huizaches, salió de la nada, estamos empezando a querer pensar en hacer una apuesta por traer y presentar vinos de Nueva Zelanda, lo que me ha llevado a recordar mi historia y experiencia con ellos. Grandes vinos que por algo tienen un sitio bastante prestigioso en el concierto internacional pero que, además, parece que tienen todo en contra para competir en este golpeado México. Eso, exactamente, es lo que lo hace mucho más interesante.

 

Fue precisamente en ese país, no recuerdo exactamente en qué parte, hace bastantes años y justo después de hacer una muy larga caminata ecológica, mucho más intensa de lo que pensé  y cuando ya por fin pude tener esa milagrosa primer chelita en la mano, que le pregunté a uno de los guías locales que acompañaba el recorrido qué sabía del vino de su país (yo ya me dedicaba a esto) y ahí escuché, más bien leí, por primera vez, porque además las escribió para que entendiera, estas palabras: Malborough y Hawkes Bay.

 

Ahí estaban frente a mí unos nombres intrigantes, muy pronto me di cuenta de que son las dos principales regiones productoras de vino que tiene ese país y que además de los dos varietales estrellas, Pinot Noir y Sauvignon Blanc, obviamente hay otros más  en juego como Chardonnay, Pinot Grigio, Riesling o Merlot, pero los grandes referentes son esos. Afortunadamente, y estando precisamente ahí, no tardé mucho  en conocerlos de primera mano. Vinos distintos, muy bien hechos, elegantes. El Sauvignon Blanc una perfecta mezcla entre aquellos verdes y minerales de Burdeos con ciertos guiños a esa explosión tropical que pueden tener algunos del nuevo mundo. El Pinot Noir, cuerpo medio, frutal, cerezas, flores blancas, especias. En pocas palabras, apasionante.

 

Uva pinot noir.

 

Afortunadamente con el paso de los años tuvimos la oportunidad de traer de NZ la marca Overstone, una filial de la gran Sileni y el vino resultó ser todo eso que conté en el párrafo anterior y más. Obviamente ahí descubrimos toda la parte no bonita, aunque ya sabíamos que está lejísimos, la logística fue mucho más cara y complicada de lo esperado, y la falta de algún tipo de acuerdo comercial entre los países nos dieron unos costos que no quieren ni saber. A eso súmenle la tapa rosca que hace aproximadamente nueve años era más satanizada que Duarte, así que tuvimos que tomar la decisión de  soltar ese proyecto e irnos tras otros.

 

Ahora que ya pasaron muchos años, ahora que volvemos a pensar en esos vinos, ahora que se abren coyunturas, ahora que pensamos en el mercado actual y no en el viejo, ahora que es tan difícil, general y particularmente, hablar de esperanzas y optimismo, les digo que si se llega a concretar esto, estaré esperando a todos aquellos que semana tras semana ponen like a estas líneas solamente para tener el gusto de ver a los amigos, probar y hablar de vino, y más que nada brindar juntos. Y si esto  en particular no se concreta, también los estaré esperando.

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