Aunque ya casi pasaron diez años, no se me pueden olvidar las caras, los correos electrónicos recibidos o los comentarios, ya sea en vivo o telefónicos, de los socios y amigos cuando les informaba que la selección para el mes de diciembre del 07 era un vino rosado. En general no podían creer que fuéramos a tener el mal gusto de hacer eso. No recuerdo si alguien me lo dijo pero estoy seguro de que más de alguno consideró salir del club en ese mismo instante.
Think Pink era la marca en cuestión, la versión de rosado de la bodega californiana Red Car Wine Company, la que ha sido una de las bodegas históricas más emblemáticas y representativas que hemos tenido en la historia de SVW, y resulta que el mencionado vino por méritos propios y diferentes motivos, como sus características organolépticas, imagen e incluso el mismo nombre, calló a propios y extraños y no solamente se convirtió en una selección muy gustada por los socios del club sino que también tuvo un muy rápido ingreso a diferentes cartas de restaurantes.
A partir de aquí se me habían ocurrido dos opciones: o irme hacia el tema de California -a donde envío mis mejores deseos y pronta recuperación de su vitivinicultura por estos terribles incendios-, o hacia el mundo del color de la pantera rosa. Me decidí por el segundo ya que del primero tengo y espero tener tantas cosas de que hablar que prefiero dejarlo para letras futuras.
No recuerdo cuántos años llevo dando catas y capacitaciones pero lo que sí tengo muy claro es que prácticamente en todas he dejado clara mi forma de ver el vino en México y en donde establezco que nuestro país tendría que ser además de tintos, un gran consumidor de blancos y rosados.
¿Por qué digo esto? Pues porque hay dos factores muy importantes: el primero es que un sector de la inmensa propuesta gastronómica de nuestro país tiene dentro de sus ingredientes, y en la mayoría de los casos por añadidura del comensal, un mayor o menor grado de picante lo que hace que en muchas de las ocasiones el tinto no resulte ser el mejor acompañante. Recordemos que los taninos y el picante casi nunca resultan ser una buena compañía entre ellos o al menos no en comparación de cómo pueden ser con blancos o rosados.
El segundo factor es que recordemos que una parte muy importante de nuestro país son sus litorales marítimos, ¡hay muchos kilómetros de mar! ¿Esto qué indica? Que tenemos a nuestro alcance una variedad de mariscos y pescados impresionante. ¡¡Ojo!! En ningún momento estoy diciendo que mi opinión es que el blanco y rosado son para mariscos y pescados, y el tinto, para las carnes. Yo pienso que hay que analizar cada caso de maridaje por separado pero de lo que sí estoy completamente seguro es que en verdad un porcentaje altísimo de la comida del mar no va a encontrar mejor acompañante que blancos y rosados. Hay cosas que son básicas como la vivacidad, frescura, acidez exacta y temperatura que nuestro adorado tinto simplemente no tiene.
Hay un tercer factor que originalmente no había considerado pero es básico mencionar: el clima. Por el amor de dios, recordemos que en este nuestro México querido hace calor todo el año. En noviembre, diciembre, enero, febrero cuando en otros países en muchas ocasiones no pueden ni salir a la calle, nosotros estamos comiendo nuestros alimentos sin tener que ponernos ni suéter. Quiero que alguien me venga a decir que con tanto calor ¡el cuerpo no pide como aperitivos o maridajes caldos blancos o rosados! Tenemos que olvidar esa ridícula y trillada frase que dice que el mejor blanco es un tinto… ¡por favor!
Pero bueno, ya me pasé y se me está haciendo un poco más largo el blog que de costumbre, tampoco se trata de aburrir a nadie y como las líneas del día de hoy estaban dedicadas al mundo rosado, los invito a que se den esa oportunidad: busquen y encuentren sus propios maridajes con esos vinos. Hay un área de oportunidad muy grande, ya lo verán, además el consumirlos no los va a convertir en gente que no sabe de vino, muy por el contrario. Si me preguntan, mis personales favoritos son de Provence o el Cabernet Franc De Anjou, hablando de Francia, o también me iría a Navarra o Cigales en España. Pues bueno, no les quitó más su tiempo, me despido y los dejo para que piensen en rosa.