Cinco más una (parte 2)

A ver si es cierto que con el escrito del día de hoy terminamos de expresar completamente la idea original que pasó de una a tres entradas.

No solo por no dejar de lado a nuestro México querido,  mi admiración desde hace más de una década por Hugo D’Acosta es genuina y es, desde mi punto de vista, el principal pionero del actual movimiento que hay en nuestro país con el vino mexicano. Se trata de un visionario que trajo consigo desde sus estudios de enología en Francia ese compromiso de la búsqueda y la experimentación por lograr encontrar y adaptar en distintas regiones de nuestro país los varietales y formas de vinificación más adecuadas para el entorno local. Desde sus épocas en la dirección de Santo Tomas, había claras señales de esa inquietud y así lo demuestran sus vinos hechos con uvas de México y Estados Unidos, mismo proyecto que retomó en su faceta independiente. Además de ser parte de la sociedad de varias vinícolas en México y Francia, ha sido asesor de muchas otras no solo en Ensenada sino en otras regiones del país y también se ha pasado al mundo del mezcal. Su injerencia no acaba en la viña y en la bodega sino también en la comercialización por medio de la cadena de tiendas, de la que, de una forma u otra, también es parte. Muchas de las etiquetas de sus productos son además muy interesantes y creativas.

Jose Luis Santos Lima de Oliveira da Silva.

Para cerrar con broche de oro tenemos a Jose Luis Santos Lima de Oliveira da Silva, dueño y director del que hoy por hoy es nuestro principal socio comercial, Casa Santos Lima. Después de su paso por el mundo de las finanzas y la banca en París, Londres y Lisboa, entre otros lugares, en 1995 se hace cargo de lleno de la operación de la bodega propiedad de su familia desde hace cuatro generaciones. Al año siguiente empieza a invertir muy fuerte en equipo,  saca su primera cosecha y empieza a trabajar de una forma intensiva en la comunicación de la empresa. El resultado es que hoy, casi veinticinco años después, es una bodega que tiene viñedo no solo en su original Lisboa, con el paso de los años ha ido adquiriendo vinícolas en el Douro, Vinho Verde, Alentejo y Algarve, vinificando y exportando a más de cincuenta países productos con esas denominaciones.

Creyente de que un gran vino siempre debe de proceder de un campo y un proceso sanos, sumado a una mentalidad enfocada en entender todos los diferentes mercados, se ha convertido en uno de los grandes referentes de la enología portuguesa, reconocido y admirado hasta por los más puristas viticultures de su país.

Bueno, pues ahí está, con esta entrada de hoy termina este pequeño ciclo de reconocimientos. En próximos escritos reaparecerán algunos de los invitados habituales, a ver ahora con qué nos salen.

LEE LA PRIMERA PARTE DE ESTE ESCRITO EN ESTE LINK.

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